¿De dónde sale la pasión actual por la nostalgia?
Psicólogos León Fobia Social
¿De dónde sale la pasión actual por la nostalgia?
La nostalgia es una respuesta fallida (todo tiempo pasado es mejor) y esto lleva muchas veces a actuaciones y pasajes al acto
En el verano de 1913, durante un paseo en los Dolomitas, Sigmund Freud mantiene una conversación con el joven escritor Rainer Maria Rilke. El poeta estaba
deprimido, se quejaba de que después de la muerte nada de su obra quedaría.
Un tiempo después, exactamente un año y medio, Freud escribe un artículo en el que hace referencia a este encuentro, que le sirve de excusa para tratar la cuestión del duelo (y la nostalgia, aunque no la menciona como tal) y señala que para poder salir de esta posición de nostalgia es necesario la separación del objeto perdido. Se trata a la vez de un texto en el que el psicoanalista vienés hacía referencia a lo que estaba pasando en Europa.
La Primera Guerra mundial ya había estallado, en una Europa que había empezado a vivir una transformación nunca vista hasta entonces, y en la que se asistía a un momento histórico de máxima incertidumbre: cambio de siglo, de paradigmas, de relaciones de poder, de movimientos políticos, de cambios de frontera. Un tiempo que en mucho se asemeja a la época actual. El título que eligió Freud para su articulo fue precisamente: La transitoriedad.
La posición del nostálgico es insistir en volver a ese lugar mítico
A pesar del dramatismo de esos tiempos, Freud tenia una visión optimista, marcada por su deseo, que se oponía a la nostalgia de su interlocutor: “Lo construiremos todo de nuevo, todo lo que la guerra ha destruido, y quizá sobre un fundamento más sólido y más duraderamente que antes”.
La posición del nostálgico es insistir en volver a ese lugar mítico, que por cierto nunca existió tal cual se imagina, un tiempo idealizado. Que no necesariamente fue mejor que el actual. Y se insiste con repetir ese tiempo. Sería como volver al regazo materno, a lo seguro.
Pensemos en una metáfora: el espejo retrovisor del coche. Se trata de mirar hacia adelante, al futuro, pero mientras lo hacemos, se echa una mirada hacia atrás, es decir se mira hacia adelante, pero con las categorías del pasado.
Ejemplos actuales de nostalgia
Veamos algunos ejemplos: un partido político que reivindica medidas más propias del pasado de este país que de la actualidad, muchas de dudosa aplicación (poco importa). Y consigue un éxito rotundo en Andalucía. Políticos y pensadores que utilizan categorías del pasado (por ejemplo, la lucha de clases) para explicar un tiempo tan diferente. Cuando asistimos a un tiempo en el que el neoliberalismo nos busca uniformizar a través del consumo.
Un pedagogo que desde el lugar del Saber reivindica la educación recibida en las clases de Catequesis cuando era niño, cuestionando así los modelos educativos actuales.
Profesionales de distintos campos que permanentemente debaten sobre el concepto de autoridad, distinguiendo la “autoridad del pasado” (la buena) versus la “no autoridad del presente”. A nivel mas micro vemos como hay hombres que recurren a la violencia de género, ante la impotencia que les genera el lugar de la mujer en la actualidad.
La vuelta al concepto de “identidad”, sólida, única, sin división, que no es más que una ficción que trata aquello que es vivido como una amenaza externa, la globalización y la caída de los paradigmas del pasado. El mal uso de la ciencia, el cientificismo, para poner orden en un mundo caótico.
¿No es esta la forma de buscar algo que nos dé seguridad? También es la función que cumplen la religión y las tradiciones. Algo que empezó en algún momento (una ceremonia), que es del orden de lo cultural (no natural) y que sirve, como los mitos, para cohesionar.
La nostalgia supone querer recuperar algo del objeto perdido
Así, por ejemplo, vemos cómo en un país donde la escuela pública es considerada laica, se sigue celebrando en muchos centros la Navidad y la respuesta es: “esto no es un hecho religioso, sino una tradición”. Sin embargo, cumple la misma función.
La nostalgia supone querer recuperar algo del objeto perdido. Que como señala Joaquín Sabina: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Es decir, el sujeto se queda instalado allí, como el joven poeta. Advienen a este lugar la queja y el malestar sin fin.
Sin embargo, en este mundo de incertidumbre “líquida” (Bauman) o “de transitoriedad” (citando a Freud), el sujeto ¿qué hace? ¿Qué elecciones toma? ¿Cómo trata el malestar que le genera?
La nostalgia es una respuesta fallida (todo tiempo pasado es mejor) y esto lleva muchas veces a actuaciones y pasajes al acto, lo vemos cada día. En el otro polo, la respuesta maníaca también lo es (todo tiempo presente o futuro es mejor), ya que busca velar los impases.
Sin embargo, pensamos que respuestas nuevas son más necesarias, algo del nivel de la invención que requiere renunciar a lo perdido, haciendo un trabajo de duelo. Para ello es necesario afinar cuales son las verdaderas preguntas que nos hemos de hacer y enfrentarnos a ellas.
Mario Izcovich. Autor del libro Ser padres, ser hijos. Los desafíos de la adolescencia (Editorial Gedisa)
Fuente: La Vanguardia
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