Por qué una cierta privación de libertad puede provocar un choque traumático
PSICÓLOGOS
Après-coup. ¿Por qué una cierta privación de libertad puede provocar un choque traumático?
Pierre Naveau
«Pero hay, como siempre, maneras y
maneras de decir las cosas»
Bernard-Henri Lévy, Ce virus qui rend fou
Bernard-Henri Lévy, en su corto opúsculo, Ce virus qui rend fou 1 –Este virus que vuelve loco–, muestra su sideración y expresa su cólera. Poniendo el acento en la diferencia entre el virus y el discurso del virus, analiza la extensión de la epidemia del miedo, cuyo «discurso» ha sido, en efecto, la causa. El pavor, que una tal extensión ha suscitado, lo ha siderado.
El signo del verdadero pánico que se ha apoderado de los cuerpos y almas de los habitantes de la mayoría de las ciudades europeas apareció con el hecho de que, antes de tomar la palabra, los jefes de Estado consultaban a los Consejos llamados «científicos». El problema de la separación de los poderes, poder político y poder médico, planteado por Platón en su diálogo La Política y posteriormente resuelto por Sócrates, se planteaba de nuevo.
Me referiré al texto de Lacan «La ciencia y la verdad» 2 para sostener que las consideraciones de B.-H. Lévy se reparten entre los tres modos de relación del sujeto con el saber que son la magia, la religión y la ciencia.
La magia – El virus habría estado investido de una misión : empujar al pueblo hacia la revuelta contra el actual jefe de Estado, habiendo quedado, al fin, expuestas las injusticias. Como si, escribe B.-H. Lévy, el virus nos hablara. Como si pensara, supiera o incluso quisiera 3 –una referencia a Claude Lévi-Strauss en El pensamiento salvaje.
La religión – B.-H. Lévy evoca el sermón del padre Paneloux en La Peste de Albert Camus : «¡La peste ha venido para castigaros por vuestros pecados!». Lo «obsceno» es entonces invocado por B H Levy Este miserable virus, que ha elegido el escupitajo como vector de transmisión, conduciría al culpable pecador por la vía de la redención 4.
La ciencia – La principal referencia de B.-H. Lévy es, en este punto preciso, Georges Canguilhem. Canguilhem ha recordado que, según la etimología, virus difiere de microbio. Ahí donde microbio significa «pequeña vida», virus, por el contrario, es un «veneno» 5, consagrado a dar la muerte.
Dos cuestiones se plantean entonces a partir del campo de la ciencia : ¿Qué es un cuerpo? y ¿Qué es un virus? B.-H. Lévy se refiere así al Nacimiento de la clínica de Michel Foucault (1963) y a Lo normal y lo patológico de Georges Canguilhem (1966). Se puede leer, en dichos textos, que un cuerpo está hecho de miasmas, de escupitajos, que está afectado por miedos, pavores, terrores, que está atravesado por pesadillas durante la noche, por representaciones de «cuerpos enganchados a otros cuerpos» 6.
¿Y entonces? Bueno, B.-H. Lévy se sorprende. Se detiene en dos principios: uno político, el otro metafísico.¿Reparar el mundo? Si. ¿Hacer entrar la ecología en las leyes? Si. Pero agrega: «¡no así!, ¡no de manera súbita!» 7. Una tal «revolución» ha de ser calculada. Conviene entonces, según él, avanzar con prudencia.
B.-H. Lévy se alinea, en lo que atañe a este principio, con Foucault, y también, no lo olvidemos, con Sócrates : No se debe reducir la política a la clínica. La palabra política y la mirada médica deben permanecer separadas.
Observaciones a propósito de un malentendido
B.-H. Lévy alude a esta célebre frase de Blaise Pascal, que se encuentra en un pasaje de los Pensamientos, y que concierne a la diversión: «todos los males que aquejan al hombre provienen de no saber permanecer en reposo en una habitación»8.
Esta frase ha sido frecuentemente citada para resaltar los beneficios de quedarse en casa, limitándose a viajar alrededor de la habitación –alusión al Viaje alrededor de mi habitación de Xavier De Maistre. Pero B.-H. Lévy sostiene que esta frase de Pascal no debe ser tomada separadamente de su contexto. «Permanecer en una habitación» es, según la metafísica pascaliana, una ascesis que confronta a quien se somete a esta experiencia «no solamente a la nada, sino que al horror infinito de esta nada» 9.
B.-H. Lévy agrega a esta observación que el «correlato» de una tal experiencia dolorosa es que, según Pascal, «el yo es odioso» 10 y que, para vivir una experiencia que exige la renuncia implicada en una ascesis, conviene des-centrarse con respecto al Yo, es decir, con respecto a un Yo igual a si mismo, un Yo no dividido.
Por lo tanto: si hay, por un lado, el Yo, y por otro lado, los otros, el Infierno, según B.-H. Lévy, no son los otros, sino el Yo en tanto que centrado en si mismo.
El riesgo de la vida
En su cólera, B.-H. Lévy se insurrecciona contra un cierto número de interdicciones que han sido decretadas, y a las cuales, con docilidad, ha habido que acatarse. ¿Porqué las librerías han estado obligadas a cerrar? ¿Por qué razón los libros no han sido considerados como productos de primera necesidad? ¿Quién nos explicará los criterios según los cuales ha sido preferible dejar solos, en un EPHAD, a nuestra abuela o nuestro abuelo sin visitas autorizadas?
Ciertamente, hubiera habido allí un riesgo. Pero B.-H. Lévy subraya: «la vida no es vida, si ella no es sino la vida…» 11; si ella no incluye esa parte desconocida que corresponde al riesgo de perderla.
Esa era, en efecto, la base de un nuevo contrato social: si aceptas renunciar a una parte de tu libertad, te garantizo (me dice un Otro supuesto) la vida sana y salva contra el riesgo de atrapar el virus 12.
No se puede sino emocionarse cuando B.-H. Lévy escribe que no pudo soportar el hecho de que su paseo por el borde del mar, solo o sola, con o sin su amante, esté prohibido.
Hay pues que concluir, dejando de lado un cierto número de cosas, como el retorno de la delación en las comisarías de policía.
La última frase del libro versa sobre el espíritu de la resistencia. Hay que resistir, dice B.-H. Lévy.
Traducción de Alejandro Olivos
1. Lévy B.-H., Ce virus qui rend fou de, Paris, Grasset, 2020.
2. Lacan J., « La science et la vérité », Écrits, Paris, Seuil, 1966, p. 855-877.
3. Cf. Lévy B.-H., Ce virus qui rend fou, op. cit., p. 39.
4. Cf. ibid., p. 43 & 45.
5. Ibid., p. 39.
6. Ibid., p. 52.
7. Ibid., p. 47.
8. Ibid., p. 53.
9. Ibid., p. 55.
10. Ibid., p. 56.
11. Ibid., p. 81.
12. Cf. ibid.
Fuente: Lacan Quotidien
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