CONFERENCIA- LAS MUJERES, EL AMOR Y EL CUERPO

Conferencia LAS MUJERES, EL AMOR Y EL CUERPO

 

Conferencia en León de la psicoanalista y psicóloga clínica Vilma Coccoz organizada por el Instituto del Campo Freudiano, con la colaboración de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis de Castilla y León, la Universidad de León, el Ayuntamiento de León y la Biblioteca de Psicoanálisis de Castilla y León.

Presentan la conferencia:

Mar Arias Sarmiento. Psicóloga y psicoanalista en León, responsable de la Biblioteca de psicoanálisis de Castilla y León. Socia de la sede de la ELP en Castilla y León.

Felicidad Vega,  Socia de la sede de la ELP en Castilla y León, psicóloga clínica y maestra de Audición y Lenguaje.

Aula Paraninfo- Antigua Facultad de Empresariales

Reseña de Lierni Irizar en el BLOG ELP

La tarde del 14 de Marzo del 2008 continuó el ciclo de conferencias titulado: “Una mirada desde el Psicoanálisis sobre temas de actualidad”, organizado por la Biblioteca del C.F.–Sede de San Sebastián de la ELP. Tras la presentación realizada por Rosa Ruiz, responsable de la Biblioteca del Campo Freudiano, Vilma Coccoz comenzó su intervención refiriéndose al tema de “La mujer, el amor y el cuerpo” como uno de los grandes temas de la humanidad. Con relación al ciclo de conferencias que se enlaza con el estado de la civilización actual, Vilma destacó la mutación de la civilización a la que estamos asistiendo, a los modos en que afecta a la subjetividad y por tanto al psicoanálisis, que se ve obligado a pensar las circunstancias de su época. Lacan y Freud son la base para pensar la actualidad.

Siguiendo esa perspectiva, recordó que Lacan había hablado en los años 70 del desvarío del goce y afirmó que dicho desvarío no ha hecho más que extenderse hoy en día, ya que asistimos a un ascenso, un empuje al goce que atenta contra los lazos sociales y el amor. En nuestra sociedad actual, el cuerpo se ha convertido en un nuevo Tótem, en una nueva religión cientificista, que comporta una cadena de imperativos. En la sociedad del hipersexo el cuerpo ha tomado un protagonismo insólito: preocupa, ocupa y angustia. Este protagonismo se hace más evidente en las mujeres.

Por otro lado, el amor ha ido perdiendo su solidez, su dignidad, su importancia. Son las mujeres quienes pueden orientarnos en este campo por su posición respecto al amor y el cuerpo porque siguen siendo las más parlanchinas.

Nunca en la historia de la humanidad el cuerpo había conseguido la importancia actual. Es la nueva religión que conlleva, como toda religión, sus sacrificios. Se tiende a pensar que el ser es equivalente del cuerpo y quien no tiene un cuerpo “guay”, queda fuera. Esto se ve claramente en las adolescentes que viven los imperativos actuales en relación con la sexualidad. Las nuevas identidades se vinculan con lo sexual y las jóvenes quieren ser, fundamentalmente, sexys. Esta situación es un efecto de la falta de orientación ya que la subjetividad, el amor y las cosas importantes de la vida no pasan estrictamente por obtener una imagen del cuerpo según los cánones. La gente se extravía buscando ser de acuerdo con los cuerpos-modelos y, al no conseguirlo, empiezan los síntomas.

A esta confusión ha contribuido la idea de que la sexualidad es una función natural del cuerpo. Pero Freud nos enseñó que la sexualidad no es natural, sino que tiene que ver con las palabras. Freud inventó un destinatario, el psicoanalista, para acoger e intentar resolver las quejas de las mujeres con el cuerpo y con el amor. Las histéricas comenzaron hablando de las enfermedades del cuerpo para terminar hablando de las enfermedades del alma, del amor, estrechamente relacionadas.

Lacan retomó la vía freudiana de que el malestar de la subjetividad está vinculado con las dificultades que tenemos con el goce, con la satisfacción. Las palabras son incapaces de decirnos lo que tenemos que hacer como hombres y como mujeres. No hay ninguna ley simbólica que escriba el atractivo, la relación entre los seres sexuados y por eso Lacan dirá “no hay relación sexual”. Así como en los astros se puede hablar de una ley de atracción de los cuerpos celestes, en los humanos no hay nada de ese orden. Esta es la gran dificultad que tenemos con ese tema y de esto se ocupa el psicoanálisis.

Vilma Coccoz cuestionó el mensaje de algunos movimientos feministas que tildaron a Freud de misógino. Consideró que esto no era así, ya que Freud habló de aspectos de la relación de las mujeres con un más allá del Edipo, del padre, y propuso las bases para trabajar la importancia de la relación de las mujeres que puede alcanzar una mayor importancia que la relación con el padre. Freud descubrió que las mujeres se interesaban por el hombre a través de lo que llamó la envidia del pene y que Lacan clarificó considerando el falo como el símbolo de la potencia. La mujer envidia la potencia y trata de atrapar la potencia de su lado, aunque normalmente se extravíe en esta búsqueda. Lacan dice que la mujer es un enigma para sí misma. Con el falo no hay engaño, se localiza donde está el poder para escapar de él o ir a buscarlo.

La mujer, que está dividida entre su ser hablante y su ser sexuado, enseñó a Freud y al psicoanálisis que se puede ir más allá del falo. El falo no es la última palabra en el orden del deseo y el goce. Ese más allá apunta hacia un Otro goce del lado femenino, presencia en sí mismo de algo silencioso, opaco. Las mujeres que quieren explorar ese más allá lo pueden hacer en el psicoanálisis para encontrar un acuerdo con su condición, con su posición femenina. Hay mujeres que quieren ser hombres y no se puede obligar a nadie a asumir la condición femenina. Lacan encontró esta dimensión de lo femenino en la mística que se refiere a un goce más allá del falo, un éxtasis que se presenta en el cuerpo que no se puede decir pero que intenta pasar a la palabra. No es un goce localizado, ni medible, ni provocable. A veces, se experimenta y además puede ser angustioso.

En este sentido la mujer aparece no como la media naranja del hombre, no como complemento sino como la que experimenta algo de más, un exceso que se puede reconocer. Ese goce que se ve extraño implica del lado del hombre que la difame por ello. La mujer pide y pide y pide amor; pide que le digan lo qué es como mujer porque piensa que así logrará atrapar lo que le pasa en el cuerpo. La mujer no se puede decir completamente pero cada una puede indagar, una a una, lo que le ocurre en su condición femenina.

Freud se preguntó, ¿qué quiere la mujer? y Lacan reformuló la pregunta, ¿qué quiere una mujer? Esto apunta a que no hay un conjunto cerrado de todas las mujeres, una entidad propiamente femenina.

Vilma Coccoz aplicó esta visión de las mujeres para comprender la debilidad de éstas ante la moda ya que buscarían en la imagen el vestido del ser que las dejaría tranquilas con su condición femenina. Frente a teorías que defienden que el rol de la mujer es cultural y se puede abandonar o incluso autodesignar el sexo, el psicoanálisis enseña que la sexualidad no es una cuestión de práctica sexual. Esto no lleva a atrapar el ser porque la identidad sexual no es cultural ni natural sino un efecto de la palabra, de su marca.

Tal y como había adelantado al comienzo de su intervención, Vilma recordó que el discurso del amor se ha convertido hoy en irrisorio, poco serio. Hoy más que nunca, hay una queja generalizada en las mujeres respecto al amor, a su falta. Lacan se interesó por el discurso amoroso en diferentes momentos de la historia, los momentos de la cultura en los que la cuestión amorosa fue más interesante y satisfactoria. La cuestión que planteaba Lacan es qué va a pasar con ese discurso una vez introducida la pantalla del cine, de la televisión.

Las mujeres se enfrentan a esta dificultad. Cada una, a su manera debe tratar de hacer con su cuerpo real, con los pensamientos sobre el cuerpo y con la imagen, hasta construir un semblante que funcione. Hay que encontrar un arreglo entre todo eso y es muy complicado. Aceptar la dificultad y encontrar la manera de hacer con eso, toma el valor de una verdadera encrucijada subjetiva. O se acepta ser una paradoja viviente o se pueden dar otras salidas. Las salidas llevan a veces a rechazar el cuerpo, al odio de sí misma, al autosacrificio. Hay mujeres que permiten el maltrato de su cuerpo con una esperanza, con un fin: ser amadas. Freud se llegó a plantear si había un masoquismo femenino para negarlo y Lacan afirmaba que el masoquismo es un fantasma del hombre.

Las mujeres son las tejedoras, se autoconstruyen con interpretaciones, con imágenes, con palabras. Con los efectos de esas palabras y con las representaciones se va haciendo una amalgama que no siempre es satisfactoria.

Para orientarnos en la clínica de la condición femenina debemos tomar en consideración la última enseñanza de Lacan que implica un nuevo concepto de inconsciente. Mientras para Freud el inconsciente son pensamientos que no pensamos, que no sabemos, pero que determinan nuestra vida, Lacan aporta el concepto de inconsciente como un agujero. Un agujero que no conviene cubrir completamente. Es un inconsciente real que no puede ser dicho, se trata de un agujero con el que cada uno puede hacer algo. En psicoanálisis se trata de un saber hacer con el inconsciente. Lacan exploró cómo hacen con eso los artistas, cómo logran una solución creacionista con sus obras, una existencia frente al agujero sin la ayuda del psicoanálisis.

Tomando esta referencia, Vilma Coccoz nos introdujo en la salida que fue creando la pintora Frida Kahlo para quien el arte fue una solución vital y tuvo que ver con su cuerpo y con el amor. Nos mostró cómo se hizo un nombre y lo presentó al mundo sin renunciar a su condición femenina. Nos fue mostrando cómo reaccionó a la enfermedad, al posterior accidente que la marcó y en función del cual decidió vivir por la pintura. Posteriormente, tras conocer y casarse con Diego Rivera, se convierte en la mujer del genio, se inventa un traje de la mujer del genio y deja de pintar. Volverá a la pintura para resolver lo relativo a su cuerpo cuando sufre varios abortos. Sin embargo, en los percances posteriores de su vida, con la traición de Diego a la que considera el segundo accidente de su vida, no se coloca como víctima de su sexo. Asume su elección amorosa y tras un primer momento de separación, vuelve a casarse con él. Es muy interesante ver las dos condiciones que puso para juntarse de nuevo: no tener relaciones sexuales y una autonomía económica. Al parecer, así en su caso, el “rematrimonio” funcionó.

Es un caso extraordinario por el modo en que logró construirse a sí misma, inventándose un ser. Con un agujero se pueden hacer muchas cosas. Se puede inventar algo.

La cuestión a la que apunta el psicoanálisis es cómo hacer con los casos ordinarios para que cada una pueda inventarse y crearse su singularidad sin extraviarse en las rivalidades con las otras, sin perderse en la querella con los hombres, sin machacar a los hijos. Se trataría del modo de extraer del agujero de cada una su potencialidad creadora ya que una se puede ir por el agujero o se puede inventar algo. El respeto de ese agujero puede ser muy importante para la cultura y la humanidad.

Vilma terminó esta emocionante conferencia planteando la posibilidad de un nuevo feminismo “lacaniano”, orientado por lo que Jacques Lacan escribió refiriéndose a la posición femenina. En una época que elimina la poética, el discurso del amor, hay que inventar un nuevo feminismo que pueda decir algo nuevo sobre los tres imposibles de los que hablaba Freud: gobernar, educar y psicoanalizar. Este feminismo tiene que preservar la diferencia, el deseo y el efecto de la palabra frente a la universalización de lo cuantificable.

A través de un gran aplauso pudimos expresar la emoción que nos produjeron sus palabras y el agradecimiento por ofrecernos una reflexión que abre una nueva mirada sobre la cuestión femenina.

Para finalizar, diremos que el tema de “Las mujeres, el amor y el cuerpo” despertó un vivo interés entre el numeroso público que se encontraba en la sala de la Biblioteca Municipal de la ciudad. Las pinturas de Frida Kahlo se proyectaron en la conferencia. Este uso de la palabra e imagen en la conferencia de Vilma Coccoz fue un invento innovador que produjo que el deseo circulara entre la mirada y la escucha del tema que resultó apasionante.

 

 

 

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