No hay quien entienda a las mujeres

PSICOANALISTA | EL DIVÁN   “¡No hay quien entienda a las mujeres!”

LAURA CANEDO

Históricamente, las mujeres eran acusadas de histéricas. 

No entender a las mujeres llevó incluso a la ciencia a tildar a las histéricas de grandes simuladoras. Por entonces Sigmund Freud, neurólogo de formación, se prestó a su demanda de ser escuchadas, y reconociendo sus palabras, dignificó sus síntomas. Así nació la más valiosa práctica para el tratamiento del malestar subjetivo, el psicoanálisis, que nos permite aún hoy abordar lo que la medicina no puede explicar: la realidad psíquica.

Hoy se han cumplido 70 años de la publicación de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, y asistimos a nuevos movimientos protagonizados por ellas. Sus luchas han cobrado fuerza hasta convertirse en un asunto ineludible de la política. Lo cierto es que aún no está claro hacia dónde van estos movimientos. Para unos, se trata de una tendencia hacia la feminización del mundo. Para otros, de una masculinización generalizada que reivindica para todos las formas de gozar de los hombres. Podría tratarse también de una voluntad de neutralización del género.

Apelando a un orden más profundo, algunos movimientos promueven la lucha contra un patriarcado prehistórico, fundante de las diversas formas de opresión en la historia (colonización, esclavitud, feudalismo, etc.). Denuncian un orden universal que acompaña al hombre desde su origen mismo. Un orden del que somos efecto, que nos afecta, y que sin advertirlo, reproducimos en nuestros vínculos.

Sin duda, los conflictos han ido variando en el decurso de los tiempos. Pero continúa siendo el decir de las mujeres, sutil y enigmático, una vía en la que atrapamos su lógica. Sus reivindicaciones, pero también sus sueños, fantasías, recuerdos…, nos remiten siempre a algo tan evidente y extraño como es el hecho de ser seres hablantes. Siendo que el lenguaje nos desnaturaliza respecto del organismo viviente, somos su efecto. Pero también es éste el que nos afecta. Se trata de palabras propias o ajenas, dichas o silenciadas, hirientes o halagadoras, que nos atrapan. De escenas, de actos, de gestos que dejan huella por haberles atribuido significado.

No cabe duda que la mujer es un factor principal del progreso, y debemos estar atentos a los ultrajes de aquellos que lo viven como amenaza. Tratándose de la voluntad de un nuevo orden, quizás cabría esperar que pudiera ser menos segregativo, más plural y respetuoso con la singularidad de cada uno. Siendo que nada está escrito, un factor determinante será la implicación de las jóvenes generaciones en su construcción. De estos asuntos, Mujeres y Discursos, hablaremos esta tarde con Laura Freixas, Mercè Managuerra, Ester Xargai y Marie-Hélène Brousse. Les esperamos en las II Conferencias Internacionales Jacques Lacan.

Laura Canedo. Psicoanalista en Barcelona y en Manresa.

Fuente: La Vanguardia

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