Reflexiones sobre tres reencuentros entre feminismo y la no relación sexual

Por Eric Laurent

 

La temporalidad de los movimientos feministas contemporáneos es particular. Ella no se enuncia en una continuidad lineal. Se habla más bien de olas sucesivas que hacen a la historia del feminismo. El momento actual sería el de una cuarta ola, según algunos autores (1). Se trata de una coyuntura particular de discursos, que merece ser explorada. Una renovación del discurso feminista se produjo alrededor de tres movimientos que atravezaron la civilización occidental. Por un lado, la denuncia del feminicidio, por otro lado la reapertura del debate sobre la violación por el movimiento MeToo, por último, los círculos universitarios concernidos por las comunidades LGBT y la dada importancia del movimiento Trans, el forzamiento de la lengua por la escritura inclusiva. La denuncia del feminicidio es lo primero y se plantea la cuestión de saber cómo se articulan estos diversos movimientos y si hay una relación de causalidad entre ellos. Es así que convergen para producir una urgencia nueva, aquella de un debate, más allá de la diferencia de los sexos, sobre qué es una mujer (2).
¿Qué testimonian la violencia cometida hacia la mujer y el feminicidio?
Es entonces en América Latina, en México y en Argentina, recordémoslo, que las denuncias de feminicidio han comenzado a inicios del año 2010. “El 6 de enero de 2011, Susana Chávez, poeta mexicana que luchó sin descanso contra los feminicidios […], fue hallada mutilada y asesinada en Ciudad Juárez, localidad tristemente célebre por los numerosos asesinatos de mujeres que fueron cometidas desde 1993 y a los que hizo referencia la novela 2666 de Roberto Bolaño. […] En 2015, el asesinato de Chiara Páez en Argentina, adolescente de 14 años, embarazada de tres meses, desató manifestaciones con el eslogan “Ni una menos” que  reunieron, a través del país, a más de 300.000 personas” (3).
Ahora la ola de denuncias llegó hasta Europa, especialmente a España y a Francia. Las manifestaciones de septiembre de 2019 en Madrid lo muestran; violaciones y asesinatos denunciados en claros eslogans: “Nos matan” “No hay justificación” “La vida de las mujeres cuenta”. Lo que caracteriza a la situación española, es que España dispone desde el año 2004 de “La primera ley en Europa contra la violencia hecha hacia las mujeres, previendo una asistencia jurídica gratuita y tribunales especiales para las víctimas. Los diputados, hacia 2017, han adoptado, por unanimidad, otras medidas destinadas a reforzar la ley inicial” (4). Sin embargo, “1017 mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas o ex parejas luego del inicio del censo oficial de estas muertes en el año 2003. Desde comienzos del presente año, 42 mujeres, fueron asesinadas violentamente en el país por asuntos maritales, incluídas 19 durante el verano, según cifras del ministerio del interior”. A pesar de reforzar estas disposiciones legislativas, la violencia no cesa.
En Francia, hay una ley en preparación, precedido de un importante debate organizado por Marlène Schiappa, Secretaria de Estado de Igualdad entre los hombres y las mujeres. Esta “Cumbre de violencias conjugales” concluyó el 29 de octubre y propuso publicamente sesenta proposiciones que dieron lugar a medidas gubernamentales anunciadas en el marco de la “Jornada internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres”, este 25 de noviembre (5).
La violencia continua contra el cuerpo de las mujeres resuena particularmente con la frase de Lacan según la cual los hombres no saben qué hacer con el cuerpo de las mujeres. “Sólo hay una cosa, con la que  (un hombre) no se sabe literamente qué hacer […] – es una mujer. No hay nada de lo que él sepa menos qué hacer, que una mujer. Pregúntese usted, ¿Qué hay de más embarazoso para un hombre que el cuerpo de una mujer? Es un aspecto que el mismo Platón notó. Vió esto en el Banquete, donde relata, a un nivel mítico –es muy cómodo el mito y al mismo tiempo indispensable-  que no hacía más que uno, un cuerpo- y, lo que es muy molesto, es que esto no fue nunca vuelto a ver. Freud cayendo en una trampa, nos dice que Eros es la tendencia hacia el Uno. Es justamente ahí donde reside toda la cuestión-  lo real, él, es definitivamente dos. A partir de allí, es completamente claro que lo real, como yo lo expreso, es precisamente lo imposible. A saber lo imposible  de lo que daría un sentido a esta relación dicha sexual.”( 6) La escritora Patricia Highsmith, que dejó clásicos como Strangers on a train y The talented Mr. Ripley, ella misma muy talentosa y atormentada, testimonia a su manera en su diario personal: “El macho americano no sabe qué hacer con una muchacha una vez que la ha tenido. Él no está realmente deprimido o inhibido por sus obligaciones puritanas heredadas o recibidas por su entorno: simplemente no tiene propósito alguno en la situación sexual” (7)
El feminicidio testimonia que frente al enigma del sexo, una exigencia de goce del cuerpo de una mujer puede absolutizarse sin límites. En su texto “Kant con Sade” Lacan objetó el ejemplo de Kant, que él confiaba mucho (demasiado) en la Ley para proteger a las mujeres: “Supongamos que alguien pretenda no poder resistir a su pasión cuando el objeto amado y la ocasión se presentan; ¿Será que si hubicáramos un patíbulo delante de la casa donde puede encontrarse esta ocasión para atarlo inmediatamente después que él hubiera satisfecho su deseo, ¿le sería aún imposible resistirse?”(8) Lacan objeta “que un defensor de la pasión […] le platea problemas a Kant, obligándolo a constatar que ninguna ocasión precipita a algunos más hacia su objetivo, que ofrecerse al desafío, incluso al desprecio del patíbulo […] El deseo, lo que se llama deseo, basta para hacer que la vida no tenga sentido si produce un cobarde” (9). El hombre del deseo es aquel que rechaza perder lo que hace en este deseo mismo el sentido de su vida. Lacan cita en Latín la máxima de Juvenal, el hombre del deseo es aquel que rechaza “Para vivir, perder la razón de vivir”. Si nosotros sumamos el hombre de goce, el perverso sádico, como lo hace Jacques- Alain Miller en un comentario de la “Ética del psicoanálisis”, veremos cómo el perverso puede perfectamente no retroceder ante nada, para cumplir su cometido y matar sadicamente una mujer (10). En los casos de feminicidos más corrientes, es impactante constatar que los hombres que matan lo hacen a pesar de las advertencias de la Ley y las interdicciones policiales y judiciales frecuentemente, después de largas peripecias. La reincidencia es también muy frecuente. La violencia ordinaria testimonia sobre que, la única cosa que un sujeto hombre tiene tendencia a hacer, ante el cuerpo del ser amado/odiado, es marcarlo. “El Otro, a fin de cuentas […], es el cuerpo […] hecho para inscribir algo que se llama la marca […]. Siempre se lo ha hecho, […] primer comienzo del gesto de amor, es siempre, un poco, en algún sentido, esbozar este gesto” (11). Esto va de la cosquilla, a la marca violenta. Debemos decir también, en los feminicidios, el ácido que va a marcar el cuerpo, que lo desfigura. En el feminicidio, podríamos hablar de una absolutización ordinaria del goce, que viene a velar el agujero de la no relación sexual.

Escritura inclusiva y feminización del discurso

Otra manera de velar el agujero de la no relación sexual, no está del lado del goce y de su condición absoluta. Juega con el poder del significante para neutralizar las diferencias, la sexual entre otras. En Estados Unidos, especialmente, el discurso universitario se ha empeñado en vaciar el discurso de pasiones de odio. Sin embargo, los estudiantes del campus no se sienten más felices o más ligados los unos con los otros. Las diversas comunidades a las que ellos pertenecen funcionan como refugio identitario. Finalmente, el sentimiento de soledad y de rechazo de los estudiantes nunca fue tan grande. Las tasas de suicidio aumentaron de manera espectacular entre los adolescente, después de los años 2011-2012 (+25% entre los jóvenes y +70% entre las jóvenes (12).
Numerosos campus han declarado la lucha contra las “microagresiones”, alimentando el debate sobre la consideración de acordar cada quien, la política de la identidad y la libertad de expresión. La microagresión califica a las heridas sutiles que afecta a los individuos expuestos a una forma de desvalorización por mediación del lenguaje. Este fenómeno atañe particularmente a las minorías reenviándolas a su alteridad. La tarea de lo políticamente correcto es entonces sin fin. Tras haber intentado alcanzar los niveles de las grandes categorías de los discursos, se intentó ir más lejos  para desactibar los poderes deletéreos  de los discursos. La lucha contra las microagresiones comienzan, naturalmente, en Nueva York, y especialmente en Columbia. Es un profesor, hijo de inmigrantes chinos, Derald Wing Sue, quien puso en evidencia en el año 2010 Microagressions in everyday life. Race, gender, and sexual orientation. Él definía también a las microagresiones, a los insultos o actitudes “intencionales o no” que “comunican mensajes hostiles despectivamente focalizados en personas sobre la sola base de su pertenencia a un grupo marginal”. La extensión del campo de las microagresiones, que para algunos parece fundamentada y portadora de esperanza es, para otros, más bien generadora de excesos, que tienden a agregar otros riesgos aún de segregación entre la comunidad (13). Sobre la posición victimaria, algunos ven montar antagonismos entre grupo sociales y las hipersensibilidades a las agresiones verbales. Un libro aparecido en julio de 2018 The coddling of the American mind (14), ven en la obra un deseo de refugio, incluso de burbuja, debido a un coddling, un “mimo”, donde los jóvenes harían, (serían) el objeto después de la infancia. Los dos otros, que no esconden su hostilidad al concepto de microagresión, describen los excesos de la cultura de la seguridad sobre los campus. Cuestionan el papel de las redes, que facilitan los mensajes de odio y las agresiones personales.
El recurrir a la escritura inclusiva y los debates que ella provoca, se inscriben en la voluntad de remediar las agresiones entre los sexos. En Argentina, el movimiento ha hechado raíces no solamente en la Universidad, sino también en el secundario Carlos Pelegrini: “Natalia Mira, vicepresidente del centro de estudiantes del Colegio Carlos Pelegrini, uno de los más prestigiosos de la capital, fue entrevistada en la televisión. Una programación devenida viral, no por su contenido sino por su forma. “Hay poques diputades que están indecises”  (Peu de député.e.s sont indécis.e.s”), dijo con una naturalidad desconcertante, y todo su discurso de casi tres minutos así fue conducido.” (15) Los profesores de la universidad de San Martín (UNSAM) en Buenos Aires pueden verse también propuestas de algunos grupos de estudiantes, solicitan delimitarse a hablar del “Gran Otre”, neutralizando el masculino de “Gran Otro”.
El esfuerzo de escritura inclusiva continúa lo que Jacques-Alain Miller había reparado del movimiento de feminización de la lengua,  seguido por el discurso feminista americano. “Usted sabe que hoy en ciertas biblias, ya no se dice Dios Él ha querido que… sino que se tiene que alternar de párrafo en párrafo, a veces Él ha querido, a veces Ella ha querido. Se ha ido demasiado lejos en el sentido de hacer salir de la lengua los privilegios del género viril. De la misma manera, se objetó el uso del vocablo mankind en el cual la palabra man designa los dos sexos, la especie; una académica feminista, con un fuerte apoyo de la comunidad gay, trabaja para eliminar del vocabulario americano la palabra mankind y reemplazarla por una creación que sería suficientemente desvirilizada para poder designar a la vez al hombre y a la mujer. Yo no responsabilizo, sino que resitúo, en la línea indicada por Kojève, un cierto número de fenómenos contemporáneos […]. La tesis de Kojève –lo viril no existe más- puede servir para interpretar los fenómenos contemporáneos. Podemos también hacer un paralelo en relación al enunciado LA femme n’existe pas proferido más tarde por Lacan”(16)
 ¿Estamos nosotros…
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para la escritura inclusiva?
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En efecto, más allá de las microagresiones sobre la identidad, la hipótesis del discurso de la histeria, uno de los nombres del discurso feminista como tal, es mantener el universal de lo femenino. La inclusión de la escritura inclusiva tiene este precio. Ella se apoya sobre el hecho de que el significante como tal puede borrar la diferencia sexual. En este sentido, ella viene a enmascarar de una nueva manera la no-escritura de la relación sexual, jugando de manera inclusiva con el género, que Lacan va a ordenar en los caracteres sexuales secundarios. Ciertamente aquello que aparece sobre el cuerpo debajo de esas formas enigmáticas que son los caracteres sexuales –que no son sino secundarios- constituyen al ser sexuado. Sin dudas. Pero el ser es el goce del cuerpo como tal, es decir como asexuado, pues aquello que se llama el goce sexual, está marcado, dominado, por la imposibilidad de establecer como tal, en ninguna parte en lo enunciable, ese Uno solo que nos interesa, el Uno de la relación rapport sexuel.” (17) Añade “Y que no se me hable de los caracteres sexuales secundarios de la mujer, porque, hasta nuevo aviso, son aquellos de la madre los que priman para ella. Nada distingue a la mujer como ser sexuado, sino justamente el sexo”. La radicalidad de la definición de Lacan sobre el sexo, debe ser apreciada en toda su amplitud para participar en el gran debate reclanado por algunas feministas sobre lo que es una mujer. Decir que es del lado de la mujer que el sexo viene al ser parlante, es deshacerse de la identificación de la libido y del falo, para afirmar que el sexo como tal, no es otra cosa que el mantenimiento de la brecha entre el goce obtenido de una mujer, su ex–sistencia, y la imposibilidad de definir la esencia de lo femenino, La mujer. Es desde esta perspectiva que Lacan define el ser sexuado en una performance, en un sentido muy diferente de aquel de Judith Butler: “El ser sexuado no se autoriza más que de sí mismo […] y de algunos otros” (18). Ningún carácter sexual secundario puede venir a cerrar la cuestión de esta “autorización”, ni la posesión del falo, que no es más que una falsa respuesta a la cuestión del sexo así planteado. El goce fálico deviene en obstáculo a lo que sería el goce del cuerpo sexuado de una mujer: “Yo voy un poco más lejos –el goce fálico es el obstáculo por el cual el hombre no llega, diría yo, a gozar del cuerpo de la mujer, precisamente porque donde él goza, es del órgano.”(19)
Los movimientos del feminismo contemporáneo, trenzados juntos, anudan una misma pregunta sobre la definición sobre qué es una mujer. El debate podría ganar claridad si se parte de lo que J.-A. Miller ha nominado el partenaire-symptôme, que permite distinguir cuidadosamente aquello que tiene lugar a nivel del significante y aquello que tiene lugar a nivel del goce.

El movimiento MeToo y el feminismo de los años ’70.

El movimiento MeToo, iniciado por un artículo, es un hashtag que se difundió en las redes sociales en octubre 2017 para denunciar las agresiones sexuales y el acoso, particularmente en los medios profesionales. Fue lanzado por la actriz y productora de televisión Alyssa Milano, mujer de poder ella misma, que alentó a las mujeres a compartir por Twitter sus experiencias. Su mensaje era oportuno, él será compartido más de 12 millones de veces en 24 horas. Luego de la publicación ella hizo una larga investigación sobre el comportamiento del productor americano Harvey Weinstein, de quien ella había sido víctima. Este Hashtag retoma los encabezados de la campaña MeToo, lanzados en 2007 por la activista afroamericana Tamara Burke para denunciar la violencia sexual contra las mujeres que pertenecían a las “minorías visibles”. El artículo que hizo explotar el escándalo de manera irreversible está escrito por Roman Farrow, el hijo de Woody Allen y Mia Farrow, que había ya denunciado a Woody Allen. Fue publicado en el New Yorker en octubre de 2017. El periodista recibió por esta investigación (con el periodista del New York Times, Jodi Kantor y Megan Twohey, quienes fueron, los primeros, en publicar una encuesta sobre Harvey Weinstein) el premio Pulitzer en la categoría “Periodismo de servicio público”. El movimiento #MeToo ha trastornado el debate sobre la cuestión de la violación como había sido planteado por las feministas americanas en los años ’70, y en particular Germaine Greer, la feminista australiana, en su best-seller La mujer eunuca, publicado en 1970. Se lo considera el inicio de la segunda ola del feminismo. En enero 2018, cerca de cincuenta años después, ella da una entrevista a un periódico australiano, donde ella toma distancia con lo que llama el #MeToo “business”, un movimiento que encuentra “geignard”. Ella considera que esto no marchará porque “Todos estos hombres poderosos que están siendo molestados, ya están preparando sus defensas con los abogados. Será el proceso de O.J. Simpson, una y otra vez […] y temo que las mujeres que han testificado van a ser quebradas en pedazos, porque el poder es el poder y aquellas que se quejan no tienen poder” (20) lamenta que este movimiento no se adhiera a las mujeres de las minorías que tienen empleos comunes. El mismo año 2018, publica un libro sobre la violación, On rape (21), en el que expone su punto de vista sobre la violación ordinaria, a distinguirse de la violación violenta. Antes de su publicación, en ocasión del Hay literary festival, hablaba de la violación ordinaria como no violenta, pero “perezosa, negligente, insensible”.  Estas observaciones han sido ampliamente comentadas y consideradas ofensivas y desactualizadas. Algunos señalaron que revelaban también su transfobia, afirmando  que “no bastaba con cortarse el sexo y ponerse una falda para convertirse en una verdadera mujer”. El mismo libro incluso, tiene más matices que las hirientes e incisivas declaraciones de la autora y una figura feminista también reconocida Mary Beard ha publicado una apreciación más mesurada de las propuestas de G. Greer, sobre la nueva penalización de la violación que propone (22). Ella desearía que hubiese más condenas, delitos más leves que los crímenes de violación, para calificar la “violación ordinaria”. Es un debate que tiene toda su actualidad en España, donde la calificación de simples “abusos sexuales”, por hechos particularmente crueles, no ha sido aplicada por los jueces: “Un tribunal de Barcelona ha condenado por “abuso sexual” a cinco hombres reconocidos culpables de haber obligado a penetraciones y felaciones a una adolescente de 14 años, borracha y drogada. […] “Otra sentencia indigna de la justicia patriarcal”, ha denunciado el Alcalde de Barcelona, Ada Colau, en Twitter (23).
La diferencia del discurso del antiguo feminismo, con el movimiendo MeToo, es entonces perfectamente clara. Como lo ha expuesto Jean-Claude Milner, el movimiento muestra que, en un medio como hollywood, la violación era la regla y no la excepción y se ligó con la naturaleza misma del acto sexual. El Hashtag MeToo, tiene en su enunciado mismo una lógica agregativa sin límites. Él implica “un mecanismo  de adición indefinido” (24), programa que J.C.Milner constata, consuena con el programa de la civilización americana, que es domesticar la naturaleza salvaje, especialmente la del salvajismo sexual, sin detenerse en el programa europeo. Para los europeos, lo que “había comenzado con el Humanismo del Quattrocento había alcanzado su apogeo a inicios del siglo XX. Ciertamente, las dos guerras mundiales habían destruído la mayor parte de esos logros. Sin embargo, nada de esencial tenía que ser añadido, especialmente sobre las cuestiones sexuales. La tarea era restaurar aquello que había sido perdido” (25). Para los estadounidenses, el programa de la civilización es un work in progress y el movimiento MeToo es la ocasión de emprender un nuevo comienzo y marcar una  ruptura con el feminismo universitario. Ya no se trata de microagresiones identitarias, sino de la macroagresión que es el coito como violación como tal: “Según MeToo, el campo de batalla decisivo ya no era más el campus universitario, era más bien la opinión pública. La utilidad de artículos inteligentes y libros brillantes pertenecían al pasado. Los mass media y las redes sociales eran más importantes. La cuestión del coito debía ser planteada brutalmente y para hacerlo, eran preferibles mujeres menos diplomadas y de menos celebridad en el Internet, más que los íconos de Women’s Studies” (26). J.-C. Milner llega a decir que el salto fuera del discurso universitario del movimiento, renueva el debate como tal sobre el estatuto de la relación sexual.
Lacan parte del mismo punto que Kant. En la no relación sexual, dos quedan dos. Es la constatación de Kant para quien la copula carnalis implica “un uso igualmente recíproco de sus características sexuales” (27). Pero entonces surge un gran problema. Cada uno de los partenaires, contrariamente a los principios de la ética, trata al otro como una cosa, como un medio de su goce. La solución, para Kant, reside en la forma contractual, suponiendo un consentimiento explícito, que solamente justifica esa falta a la ética. Este contrato es la “consecuencia legal de nuestra obligación de no comprometernos en una relación sexual más que por la mediación de la posesión recíproca de las personas”. Los países escandinavos, nota J.-C. Milner, han ido lejos y continúan explorando en su legislación, la necesidad de un consentimiento contractual explícito en toda relación con un objetivo sexual. En Estados Unidos la preocupación explícita es menos marcada, pero la teoría del consentimiento mutuo rige las relaciones sexuales entre adultos y permitiría resolver la asimetría de poder entre partenaires; “El caso Weinstein ha hecho explotar estas creencias […] las relaciones están todas basadas sobre una desigualdad” (28).
Sobre este punto, el psicoanálisis se separa, y de la solución contractual, y de la solución de la pura relación de fuerzas siempre constatada. Ella hace del acoplamiento sexual, cualquiera sea su forma, el lazo del goce que viene al lugar de lo que hace impasse en el significante y que lo hará siempre, cualquiera sea la inclusión sutil que quisiésemos hacer brillar. Con esta doble lectura, a nivel significante y a nivel sexual, Lacan hace del impasse una solución. Es lo que J.-A. Miller ha despejado como teoría del partenaire – symptôme. Ella supone dos maneras de leer la relación que no hay.
El autor propone sobre las Dos maneras de leer la “relación que no hay”: leer en el próximo número de Lacan cotidiano, bajo el ´titulo “El Unarismo lacaniano y las múltiples conductas sexuales”.
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 Traducción Susana Schaer

1 : Bourlet E., « El feminismo es revolucionario allí donde él no es», a propósito de Koechlin A., La Revolución feminista, Paris, Amsterdam, 2019, disponible aquí. 
2 : Beard M., « El Método Greer », London Review of Books, vol. 41, 24 de octubre de 2019, pág. 12-14. 
3 : Cf. Bourlet E., « El feminismo es revolucionario allí donde él no es », op. cit. 
4 : « En España, millones de personas manifiestan contra la violencia hacia las mujeres », Le Monde con AFP, 21 de  septiembre de 2019, disponible aquí. 
5 : Bouchez Y. & Cordier S., « Sesenta proposiciones para luchar contra la violencia conyugal », Le Monde, 28 de  octubre de 2019, disponible aquí. 
6 : Lacan J., « El fenómeno lacaniano » (1974), texto establecido por J.-A. Miller, apartado de los Cuadernos clínicos de Niza, n° 1, junio 1998, Sección clínica de Niza, 2011, pág. 24. 
7 : Alter A., « Patricia Highsmith’s diaries to see print », New York Times, edición internacional, 31de octubre de 2019. 
8 : Kant E., Crítica de la razón práctica, Paris, PUF, 1971, p. 30, citado por Lacan en « Kant con Sade » (1962), Escritos, Paris, Seuil, 1966, pág. 781. 
9 : Lacan J., « Kant con Sade », op. cit., pág. 782. 
10 : Cf. Miller J.-A., « La Etica del psicoanalisis », conferencia de apertura del Seminario del Campo Freudiano de Madrid, 10 de diciembre de 1988, publicado en Introducción a la clínica Lacaniana. Conferencias en España, Barcelone, ELP-RBA, 2006, reeditado en El Escabel de la Plata, n° 1, EOL Sección La Plata, 2018, pág. 37. 
11 : Lacan J., El Seminario, libro XIV, « La lógica del fantasma » (1966-1967), lección del 10 de mayo de 1967, inédito. 
12 : Lesnes C., « Acerca de los campus americanos, la denuncia de “microagresiones” racistas provocan debates », Le Monde, 29 de noviembre de 2018.
13 : Cf. Lesnes C., « Contra las microagresiones, una illegítima defensa ? », Le Monde, 1 de diciembre de 2018, disponible aquí. 
14 : Lukianoff G. & Haidt J., The Coddling of the American mind, Penguin press, 2018. 
15 : Montoya A., « Cuando digo “todos”, me corrijo de inmediato” : el lenguaje inclusivo hecha raíces en Argentine», Le Monde, 10 de octubre de 2019. 
16 : Miller J.-A., « Buenos días sabiduría », La Causa del désir, n° 95, abril de 2017, pag. 85. 
17 : Lacan J., El Seminario, libro XX, Aun (1972-1973), texto establecido por J.-A. Miller, Paris, Seuil, col. Campo Freudiano, 1975, pág. 12-13. 
18 : Lacan J., El Seminario, libro XXI, « Los nombres del padre », lección del 9 de abril de 1974, inédito 
19 : Lacan J., El Seminario, libro XX, Aun, op. cit., pág. 13 
20 : Flood A., « Germaine Greer criticises “Whingeing” #MeToo movement », The Guardian, 23 de enero de 2018. 
21 : Greer G., On rape, Melbourne university press, 2018, disponible aquí.  
22 : Cf. Beard M., « The Greer Method », London Review of books, 24 de octubre de 2019, disponible aquí. 
23 : Morel S., « Nuevas polémicas sobre el estatus jurídico de la violación en España », Le Monde, 3-4 e noviembre 2019. 
24 : Milner J.-C., « Reflections on the Me Too movement and its philosophy », Problema Internacional, vol. 3, n° 3, 2019, pág. 65. 
25 : Ibid., pág. 66. 
26 : Ibid., pág 67. 
27 : Kant E., Métaphysique de las costumbres (1796), Doctrina universal del derecho, §27, t. 3 de las obras filosóficas, Paris, Gallimard, Pléiade, 1986, p. 539. 
28 : Milner J.-C., « Reflecciones », op. cit., p. 74.   

 

Fuente: Lacan Cotidiano

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